A ninguna viuda ni huérfano
afligiréis. Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí,
ciertamente oiré yo su clamor; y mi furor se encenderá, y os mataré a espada, y
vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos. Éxodo 22:22-24.
*Hoy como hace más de 3 milenios atrás.
Es tan actual esta recomendación y advertencia. Como creyentes en Dios, debemos
ser capaces de compartir nuestras bendiciones con los más necesitados. Pero también al hacerlo, tratarlos dignamente sin humillarlos.
*Como en el caso del extranjero,
es natural proteger a la viuda y al huérfano. A semejanza de él, son débiles e
indefensos y, por lo tanto, son objeto especial del cuidado divino. La palabra
"afligir" incluye todas las formas de maltrato.
Disposiciones posteriores
hicieron mucho para mejorar la triste suerte de las viudas (Exo. 23:11; Lev.
19:9, 10; Deut. 14:29; 16:11, 14; 24:19-21; 26:12,13).
Aunque en general los israelitas
obedecieron estas órdenes, hubo ocasiones cuando las viudas y los huérfanos
sufrieron una gran opresión (Sal. 94:6; Isa. 1:23; 10:2; Jer. 7:5-7; 22: 3;
Zac. 7:10; Mal. 3:5; Mat. 23:14).
Se nos hace recordar la solicitud
de Jesús por su madre viuda (Juan 19:26, 27), el cuidado que recibían las
viudas en la iglesia primitiva (Hech. 6:1; 1 Tim. 5:3-9, 16), y que Santiago
incluyó el interés en las viudas y los huérfanos y el cuidado de ellos en la "religión
pura" (Sant. 1:27).
El primer principio de la ética
cristiana es que, descuidar de hacer el bien, es hacer el mal.
Os mataré. El descuido de los pobres Y de
las viudas contribuyó a la captura de Jerusalén por Nabucodonosor y al
aniquilamiento de sus habitantes (Jer. 22:3-5). 1CBA/MHP