"Así pues, según
tengamos oportunidad, obremos lo que es bueno para con todos, y mayormente para
con los que son de la familia de la fe." (Gálatas 6:10, V.M).
En un sentido
especial, Cristo ha confiado a su iglesia el deber de atender a los miembros
necesitados. Permite que sus pobres se encuentren en el seno de cada iglesia.
Siempre han de estar con nosotros, y Cristo encarga a los miembros de la
iglesia una responsabilidad personal en lo que respecta a cuidar de ellos.
Así como los miembros
de una familia fiel cuidan unos de otros, atendiendo a los enfermos, soportando
a los débiles, enseñando a los que no saben, educando a los inexpertos, así
también los de "la familia de la fe" han de cuidar de sus necesitados
y desvalidos.
De ninguna manera han de desentenderse de ellos.
De ninguna manera han de desentenderse de ellos.
Las viudas y los
huérfanos
son objeto especial del cuidado del Señor. 154
son objeto especial del cuidado del Señor. 154
"Padre de
huérfanos y defensor de viudas
es Dios en la morada
de su santuario." (Salmo 68:5.)
"Tu marido es tu
Hacedor;
Jehová de los
ejércitos es su nombre:
y tu redentor, el
Santo de Israel;
Dios de toda la
tierra será llamado." (Isaías 54:5.)
"Deja tus
huérfanos, yo los criaré;
y en mí se confiarán
tus viudas." (Jeremías 49:11.)
Más de un padre, al
tener que separarse de sus queridos, ha podido morir tranquilo, confiando en
las promesas de Dios, de que él cuidaría de ellos. El Señor atiende a la viuda
y a los huérfanos, no mediante un milagro, como el envío del maná del cielo, ni
por cuervos que les lleven de comer; sino por medio de un milagro realizado en
corazones humanos, al desalojar de éstos el egoísmo y abrir las fuentes del
amor cristiano. A los afligidos e indigentes los encomienda a sus discípulos
como encargo precioso. Tienen el mayor derecho a nuestra simpatía.
En las casas bien
provistas de comodidades, en los graneros llenos de las abundantes cosechas del
campo, en los almacenes bien surtidos de paño y tela, y en las áreas rellenas
de oro y plata, Dios suministró recursos para el sostén de estos necesitados.
Nos invita a que seamos canales de su munificencia.
Más de una madre
viuda con huerfanitos bajo su responsabilidad lucha valerosamente para llevar
su doble carga, muchas veces trabajando más allá de sus fuerzas para retener
consigo a sus hijos y satisfacer sus necesidades. Poco tiempo le queda para
instruirlos y prepararlos, y pocas facilidades tiene para rodearlos de
influencias que iluminarían sus vidas. Necesita, por tanto, aliento, simpatía y
ayuda positiva.
Dios nos invita a
suplir en lo posible la falta de padre impuesta a estos niños. En vez de
retraeros de ellos, lamentando sus defectos y las molestias que pueden causar,
ayudadles en 155 todo lo que podáis. Procurad aliviar a la madre agobiada.
Aligeradle la carga.
Hay además un
sinnúmero de niños privados por completo de la dirección de sus padres y de la
influencia suavizadora de un hogar cristiano. Abran los cristianos sus
corazones y sus casas para recibir a estos desamparados. La tarea que Dios ha
encomendado a cada uno en particular no deben transferirla a una institución de
beneficencia ni abandonarla a la caridad mundana. Si los niños no tienen
parientes que puedan atenderlos, encárguense los miembros de la iglesia de
encontrarles casa que los reciba. El que nos hizo dispuso que viviéramos
asociados en familias, y la naturaleza del niño se desarrollará mejor en la
atmósfera de amor de un hogar cristiano.
Muchos que no tienen
hijos, harían una buena obra si se encargaran de los hijos de otros.
En vez de cuidar de animalitos y dedicarles nuestros afectos, atendamos más bien a los pequeñuelos, cuyo carácter puede formarse según la imagen divina. Demos nuestro amor a los miembros desamparados de la familia humana. Veamos a cuántos de estos niños podemos educar en la disciplina y la amonestación del Señor. Muchos son los que al obrar así recibirían gran beneficio ellos mismos. MC/EGW
En vez de cuidar de animalitos y dedicarles nuestros afectos, atendamos más bien a los pequeñuelos, cuyo carácter puede formarse según la imagen divina. Demos nuestro amor a los miembros desamparados de la familia humana. Veamos a cuántos de estos niños podemos educar en la disciplina y la amonestación del Señor. Muchos son los que al obrar así recibirían gran beneficio ellos mismos. MC/EGW
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