jueves, 31 de agosto de 2023

15. “MANTENER LOS MANANTIALES DE BENEFICENCIA EN CIRCULACIÓN CONSTANTE”


¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Juan 4:35.

“El poder humano no estableció la obra de Dios, ni puede destruirla”.

Dios concederá la dirección constante y la custodia de sus santos ángeles a quienes llevan su obra adelante frente a dificultades y opresión. Nunca cesará su obra en la tierra. 

La edificación de su templo espiritual irá adelante hasta que esté completo, y la piedra angular será colocada con clamores: “Gracia, gracia a ella”. Zacarías 4:7.

Los cristianos están para beneficiar a los demás. De este modo se benefician a sí mismos. “El que saciare, él también será saciado”. Proverbios 11:25.

Esta es una ley de la administración divina, una ley mediante la cual Dios se propone mantener las corrientes de la beneficencia en constante circulación, como las aguas del gran océano regresan perpetuamente a su fuente. El poder de las misiones cristianas se halla en el cumplimiento de esta ley.

acerca de que dondequiera que la gente se haya sacrificado y haya realizado esfuerzos urgentes para proveer medios para el establecimiento y avance de la causa, y el Señor haya prosperado la obra, la gente de dichos lugares debiera a su vez dar de sus medios para ayudar a sus siervos que han sido enviados a nuevos campos.

Dondequiera que se haya establecido la obra sobre una buena base, los creyentes deberían sentirse bajo la obligación de ayudar a los que tienen necesidades, transfiriendo, aun al costo de un gran sacrificio, una parte o todos los medios que en años anteriores se invirtió en favor del establecimiento de la obra en su propia localidad.

De esa manera el Señor se propone hacer crecer su obra. Este es el lineamiento correcto de la ley de la restitución. 

Testimonies for the Church 7:170. (251)

AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=uWL-g1PKoQc&list=PLVsLdOIe7sVsnBRseMSkyoXHPttCi0_gq&index=31&pp=gAQBiAQBsAQB


 

jueves, 24 de agosto de 2023

14. “ACÉRQUENSE A LOS QUE NECESITAN AYUDA”

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar a los que se habían perdido. (Lucas 19:10).

El universo celestial, está intensamente interesado en cada alma penitente que viene a Jesús; y también está interesado en los impenitentes, en los que esperan ver salvos por el arrepentimiento y la reforma.

Los ángeles observan todo acto nuestro. Conocen toda palabra pronunciada. Están ansiosos de ver que apreciamos sobre todas las cosas la instrucción de la Palabra de Dios.

Desean que aprendamos la mansedumbre y la humildad de Cristo -la ciencia más elevada, la ciencia de la alegría y la humildad y el amor por medio de Cristo Jesús.

Los ángeles desean que aprendamos que "el Hijo del Hombre vino a... salvar lo que se había perdido". Cristo vino no a salvar a los buenos y justos, sino "lo que se había perdido".

Hermanos y hermanas, cuando vean un alma que se desliza apartándose de la verdad y poniendo en peligro su esperanza de salvación eterna, acérquense a ella, y traten de ayudarle de toda manera posible.

Averigüen sus necesidades; oren con ella; trabajen bondadosa y pacientemente con ella; nunca pierdan la esperanza de ayudarle.

Los miembros de la iglesia tienen una obra que hacer en favor de la juventud.  Debieran saludarlos y manifestar un bondadoso interés en su bienestar. Protejamos a los jóvenes, hasta donde sea posible, de las tentaciones y engaños del mundo.

Si fuera posible, encontremos trabajo para ellos, para que sus mentes estén ocupadas en cosas ennoblecedoras. Este es un genuino ministerio, un ministerio que Dios aprueba y que levanta delante del que ministra así como delante de quien recibe el ministerio, una bandera contra el enemigo. Satanás no puede vencer con su astucia a quienes, en palabra y hechos, son ministros de justicia...

A todos se da el privilegio de ayudar a su prójimo, a poner sus pies sobre la Roca de la eternidad.

Cristo nunca deja de buscarnos cuando nos apartamos del redil. Con pasos incansables nos busca hasta que nos encuentra y nos lleva de regreso al redil.

Una y otra vez hubiéramos perecido si no fuera por su amante cuidado... Poco nos damos cuenta del poder de la fuerza que opera en este mundo. Toda la hueste celestial está procurando salvar lo que se había perdido; los ángeles caídos están trabajando con poder de abajo para contrarrestar los esfuerzos de Cristo y sus colaboradores...

Dios nos ayude a pelear la buena batalla de la fe, y vestirnos con toda la armadura para que, habiendo acabado todo, podamos estar en pie... Vigilemos las almas como los que han de dar cuenta de ellas. Manunscritos 102, de 1904. RJ242/EGW/MHP 243

AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=WKhQxG7Lyjk&list=PLtrFh-HO7ogB76sYN7DCjayfXOcZf-su7&index=24&pp=gAQBiAQBsAQB

 

domingo, 20 de agosto de 2023

13. “ACTOS DE SIMPATÍA Y DE AYUDA ABREN PUERTAS”

Como El hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. (Mateo 20:28).

Muchos no tienen fe en Dios y han perdido su confianza en los hombres, pero aprecian los actos de simpatía y de ayuda.

Cuando ven a uno que sin el incentivo de la alabanza o la compensación terrenales viene a sus hogares para ministrar a los enfermos, alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos y confortar a los tristes, y siempre señalando a todos a Aquel de cuyo amor y compasión el obrero humano es sólo el mensajero, al ver eso, sus corazones serán tocados.

  Surgirá la gratitud; se encenderá la fe. Ven que Dios se interesa por ellos, y estarán preparados para escuchar las enseñanzas de su Palabra.

Sea en los campos extranjeros o en los locales, todos los misioneros, hombres o mujeres, obtendrán un acceso más libre a las personas, y verán su utilidad muy acrecentada si son capaces de ministrar a los enfermos.

Las mujeres que van como misioneras a países paganos pueden encontrar así oportunidades para dar el Evangelio a las mujeres de esos países cuando toda otra puerta de acceso esté cerrada. Todos los obreros evangélicos debieran saber cómo dar tratamientos sencillos que hacen tanto para aliviar el dolor y eliminar la enfermedad.

Los obreros evangélicos debieran también ser capaces de dar instrucciones en cuanto a los principios de la vida saludable. Hay enfermedad por todas partes, y muchas de ellas podrían ser evitadas si se atendieran las leyes de la salud.

La gente necesita ver la influencia de los principios de salud sobre su bienestar tanto en esta vida como para la venidera.

Necesitan despertar a su responsabilidad en cuanto a su habitación humana, provista por su Creador como lugar para que Él pueda morar y de la cual desea que sean buenos mayordomos.

Miles necesitan instrucción en cuanto a métodos sencillos de tratar a los enfermos, y los recibirían con gozo; estos métodos han de ocupar el lugar de las drogas venenosas. Hay gran necesidad de instrucción con respecto a la reforma en la alimentación.

Los hábitos equivocados de alimentación y el uso de alimentos malsanos son en grado no pequeño los responsables por la intemperancia, el crimen y la miseria que son una maldición en el mundo.

Al enseñar los principios de salud debemos mantener ante nosotros el gran objetivo de la reforma, el de asegurar el más alto desarrollo del cuerpo, la mente y el alma.

Mostremos que las leyes de la naturaleza, que también son leyes de Dios, fueron diseñadas para nuestro bien, y que la obediencia a ellas promueve la felicidad en esta vida, y contribuye a la preparación para la vida venidera. Review and Herald, 24 de diciembre de 1914. RJ238/EGW/MHP 239

AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=gLcQgSkSS-0&list=PLtrFh-HO7ogB76sYN7DCjayfXOcZf-su7&index=20&pp=gAQBiAQBsAQB

 


viernes, 4 de agosto de 2023

12. “EL CARÁCTER PROBADO POR LA PRESENCIA DE LOS MENOS AFORTUNADOS”

Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos. (Deuteronomio 24:19).

Vi que, en la providencia de Dios, viudas y huérfanos, ciegos, mudos y cojos, y personas afligidas de varias maneras han sido colocados en estrecha relación cristiana con su iglesia; es para probar a su pueblo y desarrollar su verdadero carácter.

Los ángeles de Dios vigilan para ver cómo tratamos a estas personas que necesitan nuestra simpatía, amor y benevolencia desinteresada. Esta es la forma en que Dios prueba nuestro carácter.

Si tenemos la verdadera religión de la Biblia, sentiremos que es un deber de amor, bondad e interés el que hemos de cumplir para Cristo en favor de sus hermanos; y no podemos hacer nada menos que mostrar nuestra gratitud por su incomparable amor manifestado hacia nosotros mientras éramos pecadores indignos de su gracia, revelando un profundo interés y un amor abnegado por nuestros hermanos que son menos afortunados que nosotros.

Los dos grandes principios de la ley de Dios son el amor supremo a Dios y el amor abnegado hacia nuestro prójimo.

 Los primeros cuatro mandamientos y los últimos seis descansan sobre estos dos principios y brotan de ellos.

 Cristo le explicó al doctor de la ley quién era su prójimo mediante el relato de un hombre que viajaba de Jerusalén a Jericó, y que cayó en manos de ladrones, quienes lo despojaron, lo castigaron y lo dejaron medio muerto. El sacerdote y el levita vieron a este hombre sufriendo, pero sus corazones no respondieron a sus necesidades. Lo evitaron pasando de lado.

El samaritano pasó a su lado, y cuando vio la necesidad de ayuda que tenía el forastero, no preguntó si era pariente, o si pertenecía a su país o a su credo, sino que puso manos a la obra para ayudar al que sufría, porque había una obra que necesitaba ser hecha.

Lo alivió lo mejor que pudo, lo colocó sobre su propia bestia, y lo llevó a una posada haciendo provisión para sus necesidades a sus propias expensas. El samaritano, dijo Jesús, era el prójimo de aquel que había caído entre ladrones. El levita y el sacerdote representan a una clase que en la iglesia manifiesta indiferencia precisamente hacia las personas que necesitan su simpatía y ayuda.

Esta clase, a pesar de su posición en la iglesia, quebranta los mandamientos. El samaritano representa a una clase de personas que son verdaderos ayudadores de Cristo, y que están imitando su ejemplo de hacer el bien. —Servicio Cristiano Eficaz, 239,240. [165]

AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=PeOl1Wi5Gy4&list=PLVsLdOIe7sVs6M9Rbo5qmC5KxlSCNC_2b&index=6&pp=gAQBiAQBsAQB