¿Quién,
pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los
ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo:
Ve, y haz tú lo mismo. (Lucas 10:36, 37).
Cualquier ser
humano que necesita nuestra simpatía y nuestros buenos servicios
es nuestro prójimo.
Los dolientes e
indigentes de todas clases son nuestros prójimos; y cuando llegamos a conocer sus necesidades, es nuestro deber aliviarlas en cuanto sea posible. -Testimonies, t.4, págs. 226, 227.
Quien ama a
Dios no sólo amará a sus prójimos, sino considerará con
tierna compasión a las criaturas que Dios hizo. Cuando el Espíritu de Dios está en
el hombre, lo conduce a
aliviar el dolor en vez de producirlo.
Luego de exponer la indiferencia y
el desprecio del sacerdote y del levita hacia su
conciudadano, Jesús
presentó al buen samaritano.
Viajaba por ese camino y cuando vio al sufriente tuvo
compasión de él;
porque era un hacedor de la ley.
Este
fue un incidente real y todos sabían que había ocurrido exactamente de ese modo.
Cristo... preguntó cuál de los viajeros había
sido el prójimo
del que había caído en manos de ladrones... El samaritano, miembro de un pueblo
despreciado, cuidó a su hermano sufriente y no pasó de largo.
Trató
a su prójimo como deseaba ser tratado en condiciones semejantes.
Mediante
esa parábola se estableció para siempre el deber del hombre para con su vecino.
Debemos atender todo caso de sufrimiento y considerarnos como los agentes de Dios para aliviar a los necesitados hasta el máximo de nuestras posibilidades. Hemos de ser obreros junto con Dios.
Hay quienes manifiestan gran afecto a sus
familiares, a sus amigos y favoritos, pero no son considerados y bondadosos con los que necesitan tierna
simpatía,
los que necesitan bondad y amor.
Con corazones
sinceros preguntémonos: ¿Quién es mi prójimo?
Nuestros
prójimos no son sólo nuestros asociados y amigos
especiales, no
son sencillamente los que pertenecen a nuestra iglesia, o los que piensan
como nosotros.
Nuestro
prójimo es toda la familia humana. Hemos de hacer bien a todos los hombres, especialmente
a los que son "de la familia de la
fe". Hemos
de demostrar al mundo qué significa cumplir la ley de Dios. -RH 1/01/1895.
Acércate a tus
vecinos, uno por uno, hasta que sus
corazones sean entibiados por tu interés y amor
abnegados.
Simpatiza
con ellos, ora por ellos,
busca oportunidades para hacerles
bien, y en cuanto puedas, reúne a
algunos para abrir la Palabra de Dios
ante sus mentes entenebrecidas.
Vela como quien ha de rendir cuenta de las almas de los hombres, y aprovecha los privilegios que Dios te da de trabajar con Él en
su viña.
-Review
and Herald, 13 de marzo de 1888. RJ221/EGW/MHP 222
AUDIO.
https://www.youtube.com/watch?v=D0su_-z1D-k&list=PLtrFh-HO7ogB76sYN7DCjayfXOcZf-su7&index=3&pp=sAQB
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